Llegamos antes de la apertura para ver el monasterio y mientras compramos en la tienda dulces y hasta un libro en la que la historia se desarrolla en este monasterio.
Visitamos la iglesia, el claustro, "joya del monasterio" y la sala capitular, pasamos un buen rato ya que fuimos muy despacio para poder disfrutar de tanta belleza.
Por poner alguna pega, no me gusta la explicación digital, la monjita que puntualizaba algunas cosas, mucho mejor y eso que era muy mayorcita.
Rober.
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