No es la primera vez que visito la ciudad y la Mezquita de Córdoba, sigo quedando sin respiración ante esta maravilla, ya era la última hora de la tarde y nos quedamos solos en toda la Mezquita Rosa, Anina y yo, el silencio y la belleza se juntaron para nuestro deleite, media hora que no olvidaré en mi vida.
Rober.
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