Anina y Jordi ya conocían el Monasterio y tanto Rosa como yo quedamos entusiasmados con esta mararvílla, hicimos el recorrido largo y sacamos tantas fotos a esta maravilla que las pondría todas. Al salir compramos unos recuerdos y unos cuentos para los niños que también se lo pasaron bien, sobre todo Brais buscando el dragón.
Rober.
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