Anduvimos treinta kilómetros en el autocar para llegar a Marmoutier y visitar la abadía. Me adelante un poco al grupo y fui el primero en entrar, esta totalmente vacía y suenan entre los muros de piedra unas notas preciosas, un concierto de organo de Silbermann en la Abadía Marmoutier para mi solo, jeje, "divino".
Rober.
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